“Bello, dice justamente Kant, es aquello que place universalmente sin interés, feo, por ello, es lo que displace universalmente sin interés. Lo desarmónico bien puede suscitar nuestro interés sin ser bello, entonces lo llamaremos interesante. No llamaremos interesante, sin embargo, a aquello que no abrigue en sí una contradicción. Lo simple, lo ligero, lo transparente no es interesante; lo grande, lo sublime, lo santo es demasiado elevado para esta expresión, es más que solo interesante. Pero lo complicado, lo contradictorio, lo anfibológico y por lo tanto también lo criminal, lo extraño, lo delirante es interesante. La inquietud fermentada en el infierno de la contradicción tiene una mágica fuerza de atracción”
Karl Rosenkranz, Estética de lo feo
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